miércoles, 2 de octubre de 2013

FLAQUITA LINDA


Flaquita linda, dulce María, vas y venís todo el día con tus piernas delgadas y largas y tu cuerpo menudo, y a veces me parece que no vas a resistir hasta la noche. Pero sí, te escucho jugar con Fabri y cantarle, como si estuvieran de fiesta.
Te vas a la mañana temprano a trabajar y volvés a la tarde a encontrarte con tu hijo, con la misma alegría. Tanta energía en ese cuerpo menudo, tanto entusiasmo y tanto amor en todo lo que hacés...
Que seas muy feliz hija mía, flaquita linda, dulce María. Vos ya sabés cuánto te quiero.

domingo, 14 de julio de 2013

LAURA MI AMOR

Estoy por irme a dormir en este día que recién empieza pensando en vos y recuerdo cómo fue que llegaste al mundo hace veintinueve años. Mi primer hija, primera mujer hija de mí, cuánto te quiero. Te veo mirar a Catarina (tu Catarina), perdida de amor, y sé que ahora lo sabés.
Escucho una canción de Víctor Heredia y me adueño de sus palabras sin pudor, sin proponérmelo siquiera, no sé por qué. Ahí va la canción que caprichosamente quiso hacerse tuya, ponele vos la música (y que Víctor Heredia sepa entender, son cosas que pasan). 


Laura mi amor,
yo creo en vos,
alma en el alma.
No dudes más,
no esperes más,
abre tus alas.
Vuelve a cantar,
vuelve a volar.  
Laura mi amor,
hija de mi mejor canción,
yo creo en vos.

Feliz cumpleaños Laura. Mi hija, mi amor.






jueves, 10 de enero de 2013

LAS MUJERES DE LA FAMILIA


Para Catarina, con todo mi amor:

Me pinté las uñas con un esmalte coral antes de ir a conocerte. Hasta a mí me sorprendió; nunca antes me había pintado las uñas de los pies con color. No sé por qué lo hice, no sabría decirte. Quizás fue un detalle, un pequeño gesto inconsciente con el que necesité recibirte como mujer. Recuerdo que cuando nació su primer nieto, mi mamá fue a comprarse un vestido nuevo para ir a verlo a la clínica. Entonces me causó gracia, ahora la puedo entender.

No lo sabés todavía, pero yo fui criada en una especie de matriarcado. Algún día te voy a explicar qué significa, pero así como al pasar podría decirte que es un reino gobernado por mujeres. En algunas cosas se parecen a las reinas de los cuentos, en otras no. Por suerte. Son mujeres fuertes que tienen autoridad y la capacidad de crear un mundo propio. Es tan especial ese mundo, que a veces otros desean habitarlo.
Tampoco lo sabés aún, pero soy madre de tres hijas mujeres. Las tres son como esas reinas que te digo, capaces de crear mundos  con su presencia. Una de esas hijas, la mayor, es tu mamá. Y vos sos la primera de esta nueva generación de mujeres. Te cuento todo ésto para que entiendas el significado que tenía para mí tu llegada, aún antes de conocernos.

Los días que preceden las fiestas de fin de año son muy agitados. Hay mucha gente en las calles y todos parecen apurados. Aunque uno no quiera vivirlos así, termina corriendo ansioso como si se acabara el tiempo pero sin saber por qué. Ya vas a entender lo que te digo.
Justo en esos días, pocos antes de la nochebuena, supe que estabas por llegar. Me fui al hospital poco después de mediodía, caminando despacio bajo el sol, y me llevé un libro para entretenerme durante la espera. Leí apenas dos o tres hojas, no más, y lo volví a guardar cuando me di cuenta que no podía pensar en otra cosa. Me asomé al pasillo por donde tenías que pasar en brazos de tu papá no sé cuantas veces. Fui y vine, me senté y me paré, y durante un rato largo me quedé sentada en un escalón de la entrada, cerca de un árbol de magnolias. Borges decía que la palabra "magnolia" le parecía la más bella del idioma castellano. A mí me gustan esas flores. Son blancas, tienen pétalos muy grandes y un perfume muy delicado. Cerca de donde yo vivía cuando era chica, las ramas de un árbol de magnolias se asomaban en lo alto de una pared, en la casa de la esquina. Yo miraba esas flores blancas desde la vereda y me parecían inalcanzables. No sé porqué, creía que era el único ejemplar sobre la tierra, y me parecía un milagro que alguien tuviera en el jardín de su casa el único árbol de magnolias que existía. Algún día te voy a contar quién era Borges, y también las cosas que pensaba cuando era una niña.

Te escuché antes de contemplarte, esa fue mi primera impresión. Tu llanto estridente sonaba como el allegro vivace de una ópera. Tenía un estilo, una cadencia muy particular, y acentuabas el dramatismo llevándote las manitos a la cabeza. Es intensa y un poco trágica, pensé yo, y te reconocí enseguida como mujer de esta familia. Sabe hacerse escuchar, también pensé, y me gustó eso. Pero entonces te tuve en brazos y no pude pensar nada más. Suele pasar a veces que en el cuerpo no queda espacio más que para sentir y entonces la cabeza se queda en silencio. Eso también ya lo vas a aprender.
Apenas te vi reconocí la cara de tu mamá cuando nació, y un aire a tu papá, de la nariz para abajo. No fueron los únicos rasgos que me resultaron familiares. Hasta me hiciste acordar a una hermana de mi abuela, la tía Fortuna, por la forma de tu cara. Ya vas a saber de mi abuela y sus hermanas y de todas sus historias, y de la fascinación que me provocaba cada vez que las veía reunidas. Me intrigaba ese murmullo de voces femeninas y escucharlas llorar y después reír a carcajadas hasta las lágrimas, por lo mismo que habían llorado un rato antes. Eso es algo que distingue a las mujeres de mi familia (la tuya, la nuestra). También saber acompañarnos, y en ese caminar juntas ir aprendiendo unas de las otras. Es muy divertido a veces, hacemos que valga la pena.

Recién llegaste a mi vida y ya ves cuántas cosas tengo para contarte. Pero a vos, que todavía no hablás y apenas estás comenzando a sonreír, tengo que empezar a descubrirte. Porque mi historia y la de tu mamá así como la historia de tu papá y su familia, ahora es también la tuya, pero hay algo que traés con vos que te hace única (como aquel árbol de magnolias) y que nos irás mostrando de a poco. Primero con tu llanto y tu sonrisa, y tu piel que parece de durazno cuando te acaricio y el gesto de tu cara cuando dormís. Después... Después será la vida y acompañarnos y estar preparada para recibir un nuevo aire en este reino de mujeres, que seguramente nos hará mejores.
Mi hija, tu mamá, es una de esas mujeres, y es una guerrera. Sin embargo cuando te mira hay tanta dulzura y mansedumbre que parece otra. No porque me resulte desconocida, sino por la desmesura de su entrega. Eso es lo que me emociona cuando la veo con vos. Desde antes de que nacieras ya te llamaba "mi Catarina", con el sentido más tierno y más amoroso de la pertenencia, y cada vez que lo dice como lo dice, a mí me conmueve.

Tu llanto no me impresiona querida Catarina, ni siquiera en el registro más alto de tu allegro vivace. A mí no podés engañarme. Entre nosotras, vos y yo sabemos que a veces exageramos un poco la emoción, aunque no sea para tanto. Por tus puños cerrados y en alto puede que seas luchadora y combativa como tu mamá,  y en la serena mirada de tus ojos cuando estás en calma también puede ser que te parezcas a ella. Creo que tenés algo de esa dualidad felina que la caracteriza; esa dulce placidez que se alterna, sin previo viso, con el grito destemplado. Seguramente te gustará la música como a tu papá, y te enseñará desde chica a disfrutar el sonido del saxo. Yo sé que lo hará porque lo conozco, y sé de su amor generoso. Por eso compartirá con vos las cosas de este mundo que le parecen más bellas y valiosas, y te dará lo mejor de sí, porque así es él.

Ya era abuela antes de que nacieras, y sin embargo otra vez me sorprendo. Ni siquiera sabía cómo eras mientras miraba el árbol de magnolias esa tarde del 19 de diciembre, en el jardín del hospital, y un rato después ya te abrazaba con el cariño más profundo, como parte incuestionable de mi vida.
Me gusta cuando nos miramos a los ojos. Yo estoy, vos estás, y eso es todo lo que importa. Vamos a acompañarnos de aquí en más haciendo un nuevo recorrido; de un modo distinto a como yo acompañé a mi mamá y a mi abuela, y a mis hijas mientras crecían. Yo te enseñaré algunas cosas, vos también me enseñarás, y entre las dos iremos aprendiendo. De lo que no tengo dudas es que será un goce para las dos transitar juntas la vida. Será divertido y reparador y nos dará mucha alegría. Como sucede con las mujeres de nuestra familia, vamos a hacer que valga la pena.

Bienvenida al mundo, querida Catarina. A éste que habitamos y también al mío, y al mundo que serás capaz de construir con tu presencia.

Te quiero, desde antes y para siempre.









miércoles, 25 de julio de 2012

PARA MI LINDO JULIÁN




Ya sé Julián, ya sé que ahora sos más grande, pero algún día vas a darte cuenta que en la infancia se amontonan las imágenes y parece que uno fuera el mismo a los dos, a los tres o a los siete años, hasta que deja de ser un niño, y yo puedo reconocerte en esa mirada profunda.
Vos sos un niño todavía, un niño que a veces parece más grande. Porque cuando te hablo como se le habla a los chicos me mirás como diciendo “yo te entiendo, no hace falta que me hables así”, y yo me siento más niña que vos, y un poco tonta. Es que tu manera de mirar es algo especial, querido Julián, como si estuvieras siempre un paso adelante y pudieras ver más allá que los demás, y comprendieras más de lo que uno se imagina. Estás atento, nada se te escapa; esa es la sensación que tengo cuando te veo mirar.
Sé que tengo que acordarme que a veces sos un niño que juega y se apasiona por hacer un buen pase de pelota o meter un gol, y que otras veces puede escuchar con seriedad y concentración lo que se dice a su alrededor y razonar con una lógica que sorprende.
Sé que es lindo leerte un cuento o escucharte leer porque se disfruta tu avidez por conocer nuevas historias y alimentar tu fantasía, y también sentarse a charlar con vos del mundo real y asombrarse por tu manera tan clara de expresarte. Para todo hay que encontrar el momento, hay que esperar para encontrarte, porque no es así nomás; tenés tus propios tiempos y hay que respetarlos.
Sé que no nos vemos muy seguido pero te voy sabiendo a la distancia, y cuando por fin estamos cara a cara y te puedo dar un abrazo, no necesitamos mucho tiempo para reconocernos y entendernos.
Sé que conocés nuestra historia familiar y el inmenso cariño que hay entre tu papá  y yo, y no hace falta que te diga que cuando él tenía tu edad, ya jugábamos entre nosotros. Algún día te voy a contar, querido Julián, de nuestros juegos.
Nos vemos muy de vez en cuando y sin embargo mi cabeza está llena de imágenes tuyas:
el día que te conocí y te tuve en brazos por primera vez;
un hermoso paseo que hicimos por la plaza de San Lorenzo al atardecer, junto al río, y vos de la mano con Francisco comiendo pochoclos;
el día que te quedaste en mi casa y me hiciste reír con tus ocurrencias y tu frenético ir y venir desde la compu  al televisor para sufrir con un partido de Central;
esa noche que te puse el pijama y te leí un cuento antes de dormir;
esa mañana en Tortuguitas que te vi jugar al fútbol en el parque con tu papá, con su hermano y con el mío, nosotros y nuestros hijos, y otra vez esa alegría de compartir la vida y nuestra historia a lo largo del tiempo y que hoy sea como ayer y como siempre.
Sé que no puedo pedirte que no crezcas tan rápido, pero dame tiempo a verte niño todavía. Nos falta escribir un cuento juntos, inventar alguna historia y ponerla en palabras, y jugar un rato de paso. También quiero verte en la cancha jugando a la pelota, que me enseñes a bailar, y que me sigas contando cómo es que se ve el mundo con esos ojos de niño y esa mirada profunda.
Muchas veces descubro a tu papá en los rasgos de tu cara y es como si regresara el niño que él era. Lo veo sentadito en la vieja escalera de madera de la casa de nuestra abuela, cantando alguno de esos tangos que el abuelo Tata le enseñaba, y siento más ternura todavía, pero eso lo vas a entender dentro de mucho tiempo. El cariño no se explica y no necesita razones, se siente o no se siente, y yo a vos te quiero mucho. Hoy tenía ganas de decírtelo.
Pronto voy a ir a visitarte para darte un abrazo, y para hacer todas esas cosas que nos faltan.
Feliz cumpleaños querido Julián, con todo mi cariño.
                                                                                 TÍA PATTY




sábado, 16 de junio de 2012

Al padre de mi nieto


Un día, hace varios años ya, María volvió de la facultad con la cara desencajada porque había rendido mal un parcial para el que se había preparado mucho. Estaba triste y callada y nada de lo que le dijimos alcanzó para reconfortarla; con esa tristeza silenciosa se fue a trabajar. Volvió a la noche con un pato de juguete y la miramos sorprendidos. Le dio cuerda y lo apoyó en el piso y el pato empezó a caminar ridículamente, moviéndose de un lado a otro como caminan los patos, mientras cantaba con una voz gangosa, y la verdad era muy gracioso. A María le cambió la cara, y sonrió con ganas. Me lo regaló Juano, nos dijo, y aunque no te conocía todavía, fue en ese preciso momento que te empecé a querer.
Después creo que fueron tus carcajadas y tu risa franca; no importaba de qué te reías, daban ganas de reírse al escucharte. Fue también el primer asado que hiciste en casa; trajiste palas y un recipiente para hacer el fuego y otros adminículos a los que nuestra parrilla no estaba acostumbrada. Nosotros tampoco. Fue el primer asado de verdad, uno profesional, y lo esperábamos hacía tiempo.
Fuiste parte de un momento duro y difícil en nuestras vidas, y nos acompañaste bien. A María sobre todo, pero a nosotros también, y se sumó tu familia. Recuerdo el día en que tu papá nos llevó a visitar a una doctora que él conocía para hacer una consulta. Él y María iban caminando delante mío y tu papá la llevaba del hombro con un gesto de amorosa contención; en ese momento me di cuenta que mi hija tenía otra familia que la quería bien y me sentí aliviada y agradecida de que pudiera contar con ellos.
También fue un regalo que me hiciste, una pequeña fuente para poner cerca del lugar en donde escribo. No hay nada que me guste más que el sonido del agua cuando corre entre las piedras, y sin embargo a mí nunca se me hubiera ocurrido.  Otra vez fue un libro que disfruté en unas vacaciones en Brasil, y que leí con inmenso placer mientras escuchaba el sonido del mar.  Nosotros no somos de hablar mucho, pero me di cuenta que no hacía falta. Hay que conocer al otro para saber qué cosas le alegran la vida.
Fue ese mediodía que la sorprendiste a María con ese cachorrito que ella tanto deseaba; una cosa chiquita y blanca que corría asustada y que trajimos a casa y que ahora es parte de la tuya. María lo llamó Oli, de Oliva, tu apellido, y vos sabés lo feliz que la hizo ese regalo.
Cuando se graduó allí estuviste esperándola con un ramo de flores y entonces fue tu expresión de orgullo cuando la abrazaste y compartiste con ella su alegría.
Descubrir que eras el hombre que mi hija había elegido para acompañarla en la vida, ya fue razón más que suficiente para quererte, pero cuando me dijeron que esperaban un hijo y te vi tan feliz, te quise un poco más cuando me abrazaste emocionado.
El día que te vimos pasar con tu hijo recién nacido en brazos, y nos miraste, fue entonces que apareció el cariño más profundo y conmovedor. No me voy a olvidar nunca de esa sonrisa de feliz plenitud que te llenaba la cara.

Te veo abrazar a mi hija y reírte con ella, y me doy cuenta que ella cuenta con vos y vos con ella para transitar la vida. Te veo disfrutar a tu hijo, mi nieto, y veo también el esfuerzo y el trabajo que implica cuidar de tu familia. Lo hacés bien, y con alegría.
Sos el padre de mi nieto, qué más puedo decir. Además del afecto, creo que siento algo de gratitud también.  Sos parte de la vida de mi hija y también parte de la nuestra, y a mí me gusta que así sea. Será por eso que cuando te descubro en los rasgos de mi nieto me inspira mucha ternura reconocerte a vos y a mi hija en él, como perfecta síntesis del amor que hay entre ustedes.
El cariño no puede explicarse, pero de vez en cuando no está de más expresarlo, y esta me parece una buena ocasión. Te quiero mucho Juano. Feliz día del padre, el primero.

martes, 12 de junio de 2012

Laura y Matías. Laura, Matías y...


Hubo un niño que jugaba en las calles arboladas y tranquilas de Quilmes, al sur de la ciudad de Buenos Aires, y fue Ariel. Matías Ariel.
Hubo una niña que nació más al sur todavía, en Tierra del Fuego, en una ciudad cubierta de nieve, y fue Laura. El aura.

Poco después de cumplir los seis Laura se mudó lejos, y se fue a vivir al oeste de la ciudad de Buenos Aires. Allí creció.
Ariel creció en el sur, pero cuando fue grande un trabajo lo llevó al oeste, y en el oeste fue Matías.

Pasó el tiempo y un día dejaron su casa y se fueron a vivir solos. Pasó la vida y se encontraron y poco después quisieron vivir juntos. Entonces fueron Laura y Matías y buscaron un lugar para los dos, en el oeste. 

Pintaron las paredes de color rojo brillante; su casa es cálida y acogedora y siempre hay un olor dulce en el aire. A veces se escucha la música del saxo, a veces se escucha la risa de ella. Él es puro movimiento, no se queda quieto un minuto; ella es la pausa, se toma su tiempo. Son distintos, no se parecen pero saben acompañarse; se hacen bien uno al otro. Él es muy querible, ella también. Los dos juntos son entrañables.

Laura, Lau, el aura.  Matías, Ariel,  Ari. El oeste y el sur, pausa y movimiento, la música y la risa en una casa de paredes rojas y brillantes y el patio lleno de plantas, Laura y Matías, los dos. Hasta ahora.

Tiene siete centímetros y ya tiene un corazón que late, y minúsculos brazos y piernas que se agitan en la abrigada oscuridad del vientre de su mamá. No se sabe aún si es niña o niño pero ya es hijo. Del oeste y del sur, de la pausa y el movimiento, de la música y la risa. De ellos dos, de Laura y de Matías. 

sábado, 2 de junio de 2012

Laura es o se hace


Ella es o se hace. Cuando se hace, es la que no sabe o la que no puede, pero cuando ella es, resuelve con autoridad y no hace falta que nadie le diga lo que tiene que hacer.
Cuando se hace, es una niña torpe y distraída que pide ser cuidada y atendida. Adopta una expresión ausente y se mece los cabellos y suspira frágil mientras de reojo mira hacer a los demás. Cuando ella es, puede ser capaz de todo. Ella sola. Y hasta le sobran fuerzas para cuidar de otros.
Le gusta sentirse mimada y consentida hasta que tanta obediente sumisión la pone en riesgo de perder su libertad, y ese es un precio que nunca está dispuesta a pagar. Cuando no puede imponer su voluntad se enoja, se enoja mucho. Es que llega un momento que su papel de niña desvalida la aburre un poco y entonces se cansa y se levanta de un salto y abandona los rincones tranquilos con un grito.
Suele tomarse demasiado en serio lo que los demás le atribuyen cuando ella se hace: que es cómoda, que es desordenada, que es distraída… Como si no supiera, como si no recordara que no es lo que ella es. A veces olvida que sólo se trata de una estrategia para que no le pidan lo que no tiene ganas de hacer.
Cambia de humor como la luna; a veces es dulce y sociable y al rato se vuelve arisca y solitaria. A veces la invade un humor sedentario y se inclina por una vida estable, tranquila y familiar, sin grandes altibajos, y de pronto se convierte en un ser extravagante, complicado y cautivador, y anhela una vida bohemia sin hogar, domicilio ni familia. Entre las fluctuaciones de humor y ese ir y venir constante entre la que ella es y la que se hace, suele confundir y confundirse y no queda demasiado claro quién es quién, por esa capacidad que tiene de reciclarse y transformarse y mudar su piel de un momento a otro y sin aviso.
Emotiva y sensible, reclama que la hagan sentir segura y protegida, pero no es tarea fácil. Cuando su espíritu independiente se rebela,  corre de un empujón el abrazo que la cuida y se va dando un portazo. Puede ocurrir que se trate de una falsa fuga, y al abrir la puerta ella esté ahí todavía; hay que conocerla mucho para saber que a veces sólo espera que le confirmen que saldrán corriendo detrás suyo, o que va a encontrar ese abrazo cuando vuelva. Esa es toda la seguridad que necesita.
Es cambiante, es o se hace, o cambia de humor y muda la piel, o se transforma, o se cubre con una máscara o caparazón para que no la descubran… Es capaz de ser muchas a la vez y no se parecen entre ellas. Como la luna, detrás de la cara iluminada por el sol hay otra que permanece a oscuras. Una es clara y explícita, la otra misteriosa e inaccesible. Es capaz de impulsos generosos e irresistibles caprichos, de gestos épicos y ardores repentinos de absoluta entrega. De naturaleza felina, la dualidad y el misterio la definen. Puede ser un gato o un tigre, nunca se sabe, pero es mejor descubrirlo antes de acercarse demasiado. Como una gata recorre silenciosa las habitaciones de la casa buscando un lugar mullido donde tenderse, y con andar lánguido se abandona en un sillón bajo la luz de la tarde, pero igual que un tigre puede fingirse gato adormilado bajo el sol, no es extraño que de pronto abra los ojos y su mirada cambie, como si estuviera en peligro y al acecho, y se convierta en un animal salvaje que añora la libertad. Entonces es mejor abrirle la puerta y dejarla ir.
Ella es o se hace pero cuando es o cuando se hace nunca es la misma, y se hace difícil definirla. Laura de laurel o triunfo, victoriosa, Laura o el aura clara y deslumbrante, tan hermosa con su porte digno cuando expone lo que piensa y defiende sus convicciones, tan fuerte, tan brillante y precisa en su oratoria, tan apasionada cuando sabe lo que quiere… Laura marcando su propio territorio a los codazos o a los empujones o a como dé lugar; Laura y su rebeldía y su vehemencia; Laura desafiante tratando de probar que no está mal hacer lo que uno quiere; Laura acompañando cuando hace falta y sosteniendo a los que quiere; Laura fundiéndose en el abrazo con la condición de que la dejen ir; Laura y su nobleza y su manera frontal de decir lo que piensa; Laura y su búsqueda permanente de lo que ella es; Laura haciéndose a veces y a veces creyéndose ser aquella que se hace; Laura y el aura en la que se pierde y se desvanece para volver convertida en otra, porque con ella nunca se sabe quién es en realidad, si gato o tigre. Cuidado con Laura, a no confundirse cuando cierra los ojos en su lánguido abandono al calor del sol.  Después de todo un gato es un tigre domesticado,  y es lo que ella es. Laura, la mayor, mi adorable y adorada hija.


lunes, 28 de mayo de 2012

En algún lugar cerca de la luna



A veces no está donde está, o donde parece que estuviera, y entonces cubre su cabeza con un yelmo.  En realidad se retira a un lugar que nació con él; no podría definirlo pero ahí está desde que tiene memoria. Queda tan lejos como la luna y hasta se le parece un poco, pero es la distancia exacta entre su rostro y su armadura y la recorre en un segundo. Cuando cierra la puerta no hay llaves que puedan abrirla desde afuera, y ese lugar suyo se vuelve impenetrable. Lo primero que hace al llegar es sacarse el yelmo y respirar profundo el aire claro.
No es una soledad que lo lastima como el desgarro brutal de un destierro o de un exilio; por el contrario,  nunca se siente más acompañado. Es el sentimiento dulce de volver a casa, él es su propia patria. Es ahí donde va a buscarse cada vez, y siempre es la misma alegría del reencuentro, y el profundo alivio de sentirse a salvo.
Ahí no llegan las voces extrañas y los ruidos de afuera, sólo el dulce murmullo de las personas que quiere, y sin embargo allí se siente parte del mundo. Mira y contempla alrededor y nunca su mirada es tan real y verdadera. No es sólo contemplar; en ese silencio él es con el mundo y el mundo es con él y se impregna de la fuerte presencia de la vida. No hay vacío ni hambre ni ansiedad porque todo lo que desea está en ese lugar y se siente satisfecho, al menos por un tiempo. A veces lo busca caminando sin ruido de pisadas, a veces lo lleva la música o algún estado del alma, y una vez que está ahí puede ser todo lo que es  porque se siente seguro. No sabe cuánto se vislumbra a través del yelmo que cubre su rostro; hay que quererlo bien para adivinarlo o quererlo tanto como para presentir que es mucho más de lo que expresa, y en el fondo él sabe que a veces eso es pedir demasiado.
Lo aburre la burocracia que gobierna la vida, las obligaciones que consumen el tiempo y las presiones que dificultan el andar ligero y despreocupado. El mundo real tiene reglas que muchas veces no comparte; para él la vida es otra cosa, o al menos debiera serlo. No le gustan las imposiciones, ni las exigencias, ni las expectativas con respecto a lo que es y lo que hace. Por eso le gusta tanto viajar, porque la anodina formalidad de las obligaciones cotidianas desaparece y con ella todo su peso y entonces puede ser el que es como en la luna, tan libre y tan feliz disfrutando la leve ingravidez. Es cuando viaja que los límites se vuelven más difusos y entonces no hace tanta falta  cerrar con siete llaves la puerta que abre ese lugar suyo. Suele suceder que distraído, de tanto en tanto se le olvida cubrir su cara con el yelmo. Es que cuando puede vivir así, como a él le gusta, adentro y afuera respira profundo el mismo aire claro y camina con la misma ligereza y alegría.
Su lugar en el mundo real es el campo, quizás porque es el que más se asemeja a ese lugar que nació con él y también ahí puede ser todo lo que es. Le gusta sentirse parte de la tierra y observar los ciclos de la naturaleza por su inalterable cadencia. Las estaciones se suceden unas a otras con su ritmo preciso, y todo aquello que tiene vida nace, crece, da sus frutos y después muere. A lo mejor por eso se inclina a protegerlo. No es la posesión lo que lo hace dueño, sino el cuidado y el amor que le prodiga a aquello que protege.
Habla con las personas, se ríe con ellas y las mira a los ojos simulando ser parte, pero no dice todo lo que piensa y no expresa todo lo que siente, y aunque los demás no se den cuenta a veces está muy lejos. Es un poco ermitaño tal vez, o tiene miedo de que algo de ese mundo de reglas y convenciones absurdas se filtre de algún modo y amenace la paz y la armonía de ese lugar suyo o quizás peor aún, que alguien lo alcance con el rostro descubierto y lo lastime. Tienen que inspirarle mucha confianza y sentirse muy seguro para decir todo lo que piensa y expresar todo lo que siente. No son muchas las personas y las cosas que necesita y que le importan de verdad, pero cuando le importan siempre es demasiado y se las toma muy en serio, y está dispuesto a todo para protegerlas. Es por esa razón que no podrían ser más de las que son;  no le alcanzarían las fuerzas, y quedaría muy expuesto y vulnerable, o al menos eso es lo que cree.
Tiene convicciones firmes. Piensa tanto las cosas que cuando llega a una conclusión es muy difícil que alguien pueda lograr que cambie de opinión. Es muy posible que parezca intransigente, y quizás lo sea, pero necesita de sus certezas para construir un orden y saber qué pasos dar; no le gusta equivocarse.
A veces no está donde está, o donde parece que estuviera, y cubre su cabeza con un yelmo. Es así, es su manera, pero cualquiera que lo conozca un poco, un poco nada más, sabrá que a pesar de no decir todo lo que piensa ni expresar todo lo que siente, piensa y analiza con detalle y siente sus emociones con excesiva desmesura. Tal vez por eso necesita retirarse a ese lugar que nació con él; no podría definirlo, pero está ahí desde que tiene memoria. Queda tan lejos como la luna pero es la distancia exacta entre su rostro y su armadura. Cuando cierra la puerta no hay llaves que puedan abrirla desde afuera, y ese lugar suyo se vuelve impenetrable, y lo primero que hace al llegar es sacarse el yelmo y respirar profundo el aire claro. Quizás alguna vez se le olvide tomar tantas precauciones y deje en un descuido  la puerta entornada y salga a cara descubierta, y se dé cuenta que a veces se disfruta. No estaría mal perder el miedo, aunque sea por un rato.

domingo, 20 de mayo de 2012

BODAS DE CROMO



30 de Diciembre. Vigésimo octavo aniversario de casados. Bodas de cromo según dicen. No sé qué tendrá de valioso el cromo. Será que es un metal, y es resistente. Y sí, debe ser.
Son tantos años que prefiero pensar que estuve con muchos hombres distintos (lo cual es verdad) y que él también ha estado con muchas mujeres (lo que también es cierto) a lo largo de este tiempo.
Muchas de esas relaciones han sido maravillosas y plenas, otras no tanto; hemos tenido romances memorables y otros que es mejor olvidar. Algunos de esos hombres se han ido o los he abandonado, y han llegado otros que pude volver a elegir. Muchas de esas mujeres se han marchado o él las ha dejado, y algunas han renacido y se han convertido en otras más felices y plenas y él las ha recibido con alegría.
A todos los hombres que él ha sido yo los he amado, y todas las mujeres que yo fui han sido amadas por él. Después de todo siempre fue amor, y eso es lo que cuenta.

EN BORDEAUX




Ayer nos levantamos con Guille y fuimos a la panadería a comprar baguettes y croisants; desayunamos todos juntos y fuimos los cuatro a pasear en bicicleta. Era un sábado hermoso así que partimos al mercado, cruzamos el parque de árboles color otoño, lagos y flores rodeados de construcciones afrancesadas. No lo podíamos creer, nos miramos con Guille con amor.
El mercado bullía de gente con puestos de frutas, verduras, flores y nueces de pueblos de alrededor. Nos encontramos con unos amigos de los chicos,  Ivan y Veronique, para comer ostras en un lugarcito al lado de la pescadería. Él pintor mexicano y ella francesa profesora de no sé qué; ella buscaba agua de azahar para hacer un budín de muertos mexicano. El 1° de noviembre se festeja el día de todos los muertos y de alguna manera acá siguen la tradición. 
En España vimos en las vidrieras de las panaderías masitas llamadas huesos de santos, y otras con nombres que no recuerdo que se hacen solamente en estas fechas.
Cuando Veronique volvió de comprar el azahar, queríamos olerla y  ella nos dijo que le recordaba al pueblo de su abuela en Bayonne. Nos recomendaron lugares adonde ir con recorridos en barcas y paseos por chateaux y viñedos y pueblitos donde sencillamente "se come rico", decía ella. Después nos dejaron porque Veronique quería hacer el budin e Ivan iba a pintar, como lo hace todos los días de sol.

Seguimos nuestro recorrido cruzando el río, por callecitas de casas de piedra y olor a cosas ricasnos reímos mucho los cuatro juntos. Compramos chocolates y panes de campo en una panadería muy antigua de Bordeaux. Pedí permiso para hacer unas fotos y la panadera me invitó a ir mañana ya que estará el panadero horneando en el horno de barro. 
Cenamos temprano y comimos el budín de muertos que hizo Veronique y que muy amorosamente nos trajo para que lo probáramos y después empezamos a armar el recorrido que haremos en Grecia.


  

viernes, 11 de mayo de 2012

Los pies de Mariu




Ella mira sus pies en el Mediterráneo mientras habla por el celular y dice que mira sus pies en el Mediterráneo y es feliz. En realidad no dice que es feliz. Ataques de felicidad, así prefiere llamar a esos estados gloriosos del alma que la irrumpen y desbordan de plenitud y son tan intensos que además de vivirlos necesita contarlos, como si el cuerpo no le alcanzara para contener tanta alegría y tuviera que derramar un poco a los costados. Por eso irradia. Luz, encanto, alegría, desenfado, todo lo que ella es. Toda ella SE irradia. Los lugares se transforman cuando llega moviendo su cabeza rubia. Las personas también.




Se agiganta cuando emprende algo nuevo y no le asusta planear en grande; le gustan los desafíos y el tiempo que lleva realizarlos. Ama los proyectos ambiciosos, ama los colores y la armonía de las formas, ama acompañar y ser acompañada, ama la belleza, ama lo posible y lo imposible, no hace diferencias. Abre sus ojos verdes y se ríe mucho y mueve las manos mientras sueña e imagina cómo hacer posible lo imposible.

Ella se expresa en su manera de vestir y en los espacios que habita. Tiene estilo. Su casa es un lugar cálido y alegre, sabe combinar lo moderno y lo antiguo, recicla, transforma, renueva el significado de los objetos y les crea una nueva utilidad, un nuevo destino.



Escribe como habla, habla como escribe, fluye como el incesante discurrir de la conciencia: lo que piensa, lo que siente, lo que ve...
"Estuvimos un rato charlando en la terracita que tenemos en nuesto bungalow rodeadas de arrozales de un metro de alto color verde loro, palmeras repletas de cocos y muchos bananeros llenos de bananitas verdes. Creo que no tengo palabras para describir el lugar, sólo puedo decir que da paz, que sin hablar podés escuchar el ruidoso silencio del campo y no paro de tratar de descifrar ese ruido que viene, todavia no sé qué es que hace un iu iu muy raro que se va moviendo a cada rato", escribía desde Bali. Ella encuentra el modo de describir lo que la rodea. Iu iu... Reproduce sonidos, imágenes, aromas. Relata a través de los sentidos y pinta un mundo cada dos renglones. Mira, huele, toca, escucha, habla y cuenta cómo mira, huele, toca y escucha... Sólo hay que dejarse llevar para estar donde ella está.

"Hola hola que tal todo por acá flipando, esto es increíble, tantas cosas que juro que termino mareada, y encima como tengo que estar con tacos todo el día se me hace mas incómodo, andar 12 horas con tacos no está dentro de mis costumbres y pasear alrededor de miles de millones de japoneses con miles de millones de luces y pantallas cantando todas al mismo tiempo tampoco es lo mío, juro que termino mareada, encima estoy todo el día buscando tiendas que por más que están cerca, las callecitas son tan chiquitas algunas que me pierdo; hoy estuve todo el día en 10 manzanas pero me perdí 50 veces y pasaba por al lado de donde tenía que ir y no me daba cuenta, tantas cosas... Por ahora me la paso laburando y visitando clientes que son todos divinos por suerte pero me cuesta llegar a los lugares porque acá las calles no van con nombre, van por zona y números y las que tienen nombre están escritas en japonés y no me entero obvio pero preguntando mil veces porque encima nadie entiende, y sólo llego cuando me llevan hasta la puerta, divinos total!! ", reportaba desde Tokyo.
No hay quejas, no hay temor, nada la intimida. Está sola en Tokyo y lo relata como si fuera un juego. Mira y observa con fruición el caos de esa marea humana de pies que avanzan entre luces de colores y sonidos estridentes. Todo es asombro y ese placer casi infantil de descubrir y descubrirse en tierras extrañas y animarse a caminar por sus calles como si fuera una de ellos y encontrar el modo de comunicarse hasta apropiarse de cada lugar y hacerlo suyo mientras lo habita.

Su escritura refleja el ritmo vertiginoso de su cuerpo, como si de pronto comenzara a bullir y dejara salir incontenibles las palabras junto con su respiración.
"Bueno como verán estoy a full la verdad que feliz de haber conocido esta ciudad esta gente este continente que es fantástico, todo y creo y les recomiendo a todos que es un punto en el mundo para conocer y sáquense el mito de que es tan caro, sí para comprar boludeces pero con 5 euros comes re bien y el metro es como allá y todo es fantástico y distinto y mareante y loco y del futuro o del pasado la gente no lo podés creer como va por la calle y como se respetan entre ellos y como les dije el otro día hasta las bicis no estan atadas imagínense..."
No hay comas ni puntos y las palabras se atropellan y se amontonan y se chocan unas con otras; se asemeja a una respiración agitada por el asombro caminando por las calles de Tokyo. Mientras uno lee puede escuchar, tal cual ella lo cuenta, el sonido de las pantallas cantando todas al mismo tiempo.




Sus pies han chapoteado en el Mediterráneo y se han deslizado por la nieve de Andorra; han caminado a través de la bruma de Irlanda y han resbalado entre las rocas de Menorca para hundirse gozosos en el mar.
Ha estado en París, enTailandia, en Sidney, en Bali, en Tokyo... Sus pies siempre la han llevado donde ella ha querido. Ella ha sido su casa por mucho tiempo, y por mucho tiempo toda su casa ha entrado en un bolso de mano. Ha viajado, ha conocido lugares y personas, ha querido y se ha hecho querer, pero por sobre todas las cosas ha disfrutado cada recorrido.


Ahora vive en una casa con jardín junto al hombre que quiere y que la quiere, profundamente. Es un lugar en el que da gusto imaginar lo cotidiano: el olor a café en la cocina a la mañana, el desayuno en la galería, la cena en el jardín, los farolitos de colores encendidos en las noches de verano, la luz entrando por las ventanas a través de cortinas de colores...
Ella muestra feliz la forma apenas redondeada de su vientre y los dos se miran con alegría cuando dicen que esperan una niña. O un niño. Si es una niña tendrá sus ojos y vestirá polleritas con estampado de flores. Si es niño  va a reír como ella y calzará zapatillitas de colores. Niña o niño será muy feliz porque tendrá una mamá que no está preocupada por lo que debe enseñarle, sino llena de entusiasmo por la nueva vida que llega y que va a disfrutar y celebrar, porque es lo que mejor sabe hacer.

Este es su presente y lo está viviendo como ella vive todas las cosas de su vida: entregándose completamente y con alegría. Como siempre sucede, ella está donde quiere estar. No es el azar el que guía su destino, son sus pies. Los pies de Mariu.

jueves, 10 de mayo de 2012

La prima Flor


¿Venís a casa y te quedás a dormir, y vemos alguna película de terror?, escucho a alguna de mis hijas preguntar por el teléfono y ya sé quién está del otro lado. Es Flor, la prima Flor, Florencia, Flori, y ya son grandes pero me conmueve esa tierna complicidad que hay entre ellas, ese gusto por estar juntas y disfrutarse. Entonces viene Flor y se queda a dormir, y a la madrugada se escucha un murmullo agitado y en medio del murmullo una voz temblorosa pide que alguien encienda la luz; un minuto después están sofocando la risa hasta que no pueden más y en el silencio de la noche sueltan las carcajadas. Tienen más de veinte años, ya son mujeres, pero cuando están juntas son las primas y las primas nunca terminan de crecer, por lo menos cuando repiten los rituales de la infancia.
Flor es la más chica, y se hizo su lugar entre sus primas mayores a los codazos, demandando espacio y atención con obstinada perseverancia. Con el tiempo se acortaron las distancias y encontraron el modo de comunicarse; comprendieron que no es poca cosa compartir la misma historia, la familia y los afectos y que una sabe muchas cosas de la otra sólo por haber crecido juntas.
Saben que se tienen, saben tomarse el tiempo para escucharse y también para divertirse. Cada una tiene su carácter y su forma de ser, y son distintas entre sí, pero se aceptan como son, no se juzgan. No importa demasiado si no encuentran las palabras para reconfortarse; el alivio llega aún en el silencio de la mirada que acompaña, en la presencia y el cariño que hay entre ellas. Lo que le pasa a una le importa a la otra y hay momentos en que esa certeza es todo lo que necesitan para sentirse mejor. Pueden mirar una película, o encerrarse a charlar en el cuarto, o sentarse frente a la computadora, pero siempre, en algún momento, llega la risa. Flor, la prima Flor, no hay otra risa como la suya; es lindo escucharla en casa.
Florencia  es franca y alegre. Da gusto hablar con ella y escuchar el énfasis de su voz cuando se expresa con claridad y lucidez acerca de sus contradicciones y cuando pregunta y se pregunta con profunda franqueza cómo es la vida que ella quiere. Intuye que sería mucho más cómodo ser obediente y dejar que decidan por ella pero se resiste, necesita ser honesta consigo misma aunque los demás no lo entiendan o no la aprueben; en el fondo quisiera que confíen. Disfruta sentirse libre y detesta las convenciones; sabe que debe aprender a convivir con ellas pero no está dispuesta a traicionarse en el intento. Quiere estar a gusto con su vida y ser feliz, no se conforma con menos. Tiene ambiciones, piensa en el futuro, pero quiere ser ella quien elija su destino, aunque a veces le dé un poco de pereza o se distraiga en el camino.
Florencia, bella como una flor significa su nombre. Con el cabello rubio o colorado, lacio o con rastas, suelto o recogido, con sus piercings y tatuajes... Aunque cambie su aspecto una y otra vez, Flor siempre es hermosa. No se puede ser más linda, aunque ella no se dé cuenta todavía. Debe ser eso y su dulzura, su manera de expresar el cariño y su orgullosa terquedad, y también su risa, lo que hace imposible no quererla.
Cuando pase el tiempo y Flor y sus primas sean más grandes y tengan su propia familia, ojalá que de tanto en tanto puedan encontrar el momento para llamarse por teléfono y preguntar: “¿Venís a casa y te quedás a dormir, y vemos alguna película de terror?”  Porque sin importar la edad que tengan, cuando estén juntas y a solas seguirán siendo las primas y las primas nunca terminan de crecer, al menos cuando repiten los rituales de la infancia.
Florencia, la prima Flor… Mis hijas la adoran y yo, madre de esas primas que la adoran, también.

           

lunes, 7 de mayo de 2012

QUÉ COISA MAIS LINDA



claudia occhi

claudia Occhi
El sol cae entre los morros, hay olor a coco y vainilla en el aire y el mar está calmo y celeste y yo estoy ahí oliendo el perfume en el aire y mirando el mar calmo y celeste a la hora del crepúsculo en Ipanema. Ah Caetano, es cierto, es la belleza que existe, pero no estoy sola ni triste, hoy no Caetano. Hay algo que se respira en el aire que hace que el cuerpo se vuelva libre y ligero y busco y busco y no sé bien de dónde viene pero siento una especie de euforia que me alegra el alma. Cambio de melodía y tarareo por lo bajo o qué será, qué será con Chico Buarque mientras pienso o qué será, o qué será que soy tan feliz aquí, en Ipanema.

domingo, 6 de mayo de 2012

UN NUEVO AMOR


Nos conocimos el 8 de Marzo, hace pocos días. Fue en la tarde soleada de un jueves cuando te vi por primera vez. Tenías las manos apoyadas plácidamente una encima de la otra sobre el pecho y los ojos cerrados, y aunque yo necesitaba con urgencia que los abrieras para mirarnos, tuve que esperar hasta la noche porque estabas muy cansado. Recién entonces llegó el abrazo y la mirada, y fue amor a primera vista.

Todavía no alcanzo a comprender cómo se puede querer tanto a alguien en tan poco tiempo, pero el amor es así a veces: brota de golpe como un estallido y empieza a latir en todo el cuerpo sin ninguna explicación. De pronto ocupa un lugar inmensurable y esa presencia que antes no existía se vuelve casi tan imprescindible como nuestro propio latido y nos deja perplejos.

No sé cómo sos todavía, no sabría definirte. Puedo contar cómo movés tus manos todo el tiempo y tu manera de sonreír con toda la cara mientras dormís. Parece que estuvieras a punto de largar la carcajada pero no, todavía tu risa es en silencio y con los ojos cerrados. No sé mucho más, apenas te estoy descubriendo.

Aún no se ha revelado tu carácter, tus gustos y preferencias, y tampoco tus modales. Simplemente sos y estás aquí entre nosotros, y a mí me alcanza con eso. Pienso que es un buen amor porque no hay razones ni condiciones, y no espero nada en particular de parte tuya para quererte como te quiero. Ojalá pueda ser siempre así entre nosotros.

No hemos intercambiado una sola palabra todavía y sin embargo ya sos parte de mi vida y yo de la tuya, y nada ni nadie podrá cambiar eso. Por ahora te doy besos, te canto, te abrazo, te huelo, y vos te dejás besar, cantar, abrazar y oler. Así de sencilla es nuestra relación, y así de profundo es el cariño; no hay ninguna pretensión, ninguna expectativa.

Me resulta familiar esta manera de querer, y al mismo tiempo es un sentimiento nuevo. Será que sos el hijo de mi hija y por ella siento esa clase de amor: nunca esperé ni hizo falta que hiciera o fuera algo en particular para quererla tan profunda y entrañablemente.

Tengo muchos años más que cuando la tuve a tu mamá por primera vez en los brazos. Con el paso del tiempo uno aprende, no digo a querer más porque no es posible, pero sí a querer mejor. Son los hijos los que nos enseñan, cuando nosotros los dejamos.
Es extraño, pero cuando comenzamos a aceptar que no tenemos derechos adquiridos ni control sobre la vida de los que amamos, se vive con más alegría. Es lo que hay. Ahora. Este momento es la única certeza que tenemos. El presente es la única posibilidad real de experimentar y disfrutar de esa presencia y ese cariño, y todo se vuelve más intenso.

El afecto verdadero se expande generosamente, porque genera dicha. Yo, mamá de tu mamá, abuela del hijo que ella ha tenido con el hombre que ama, me siento conmovida cuando los miro a ustedes tres: ya son una familia.
Colmada por este sentimiento nuevo de amor y ternura por vos aunque apenas te conozco, te prometo seguir queriéndote así por el resto de mi vida, y ansío que sepas que jamás ninguno de los dos tendrá que hacer nada para justificar o merecer este cariño mutuo. Estamos, somos, y vamos a tener la felicidad de estar en la vida del otro. Eso es todo lo que importa.

Bienvenido al mundo.

LUCIANA

                                                     "CÓMO TE EXTRAÑABA, LLUVIA"

Luciana se enciende y se apaga como una luciérnaga, aparece y desaparece, se muestra y se esconde según su estado de ánimo, como cualquier adolescente. A veces disfruta estar con sus amigas y pasar toda una tarde charlando con ellas mientras escuchan música de cumbia y reggaetón, y otras veces prefiere estar sola. 

Cuando se queda en silencio y adquiere un aire distante y se aparta buscando un rincón tranquilo, es porque necesita recluirse en ese mundo mágico y misterioso  que habita dentro de ella, lejos de la mirada de los otros, o simplemente para escuchar el sonido de la lluvia. Se siente a gusto en esa paz y en esa íntima soledad en la que se sabe acompañada por su fantasía, por sus pensamientos, por sus sueños; por ella misma. De repente algo sucede que despierta su curiosidad y entonces regresa gentil, vivaz y amigable. Se interesa por la realidad y las cosas que pasan y se comunica sin esfuerzo con el mundo que la rodea y las personas que ama. Habla con entusiasmo y baila y se ríe, y entonces dan muchas ganas de quererla a ella.


“LO QUE VENDRÁ”

El futuro le parece tan distante como la infancia, y le cuesta mucho imaginar cómo es que quiere vivir la vida cuando sea más grande. Piensa un rato y dice que a lo mejor le gustaría ser periodista o médica forense y otra vez el misterio que la atrae aunque ella no lo sepa todavía.  

Por un momento entrecierra los ojos y parece que estuviera muy lejos,  y es una niña en estado de ensoñación, pero cuando los abre y murmura: “La vida pasa muy rápido”, de pronto es toda una mujer.
Eso sucede cuando las niñas comienzan a convertirse en mujeres, sin dejar de ser niñas todavía.

Al fin y al cabo el pasado y el futuro no cuentan demasiado a sus quince años. Recién ha comenzado a despertar del sueño de la infancia y el deseo de vivir la retiene con fuerza en el presente. No quiere perderse nada de esa vida que “pasa demasiado rápido”, y lo bien que hace. 

"Luciana, la que nació a la primera luz del día"