miércoles, 25 de julio de 2012

PARA MI LINDO JULIÁN




Ya sé Julián, ya sé que ahora sos más grande, pero algún día vas a darte cuenta que en la infancia se amontonan las imágenes y parece que uno fuera el mismo a los dos, a los tres o a los siete años, hasta que deja de ser un niño, y yo puedo reconocerte en esa mirada profunda.
Vos sos un niño todavía, un niño que a veces parece más grande. Porque cuando te hablo como se le habla a los chicos me mirás como diciendo “yo te entiendo, no hace falta que me hables así”, y yo me siento más niña que vos, y un poco tonta. Es que tu manera de mirar es algo especial, querido Julián, como si estuvieras siempre un paso adelante y pudieras ver más allá que los demás, y comprendieras más de lo que uno se imagina. Estás atento, nada se te escapa; esa es la sensación que tengo cuando te veo mirar.
Sé que tengo que acordarme que a veces sos un niño que juega y se apasiona por hacer un buen pase de pelota o meter un gol, y que otras veces puede escuchar con seriedad y concentración lo que se dice a su alrededor y razonar con una lógica que sorprende.
Sé que es lindo leerte un cuento o escucharte leer porque se disfruta tu avidez por conocer nuevas historias y alimentar tu fantasía, y también sentarse a charlar con vos del mundo real y asombrarse por tu manera tan clara de expresarte. Para todo hay que encontrar el momento, hay que esperar para encontrarte, porque no es así nomás; tenés tus propios tiempos y hay que respetarlos.
Sé que no nos vemos muy seguido pero te voy sabiendo a la distancia, y cuando por fin estamos cara a cara y te puedo dar un abrazo, no necesitamos mucho tiempo para reconocernos y entendernos.
Sé que conocés nuestra historia familiar y el inmenso cariño que hay entre tu papá  y yo, y no hace falta que te diga que cuando él tenía tu edad, ya jugábamos entre nosotros. Algún día te voy a contar, querido Julián, de nuestros juegos.
Nos vemos muy de vez en cuando y sin embargo mi cabeza está llena de imágenes tuyas:
el día que te conocí y te tuve en brazos por primera vez;
un hermoso paseo que hicimos por la plaza de San Lorenzo al atardecer, junto al río, y vos de la mano con Francisco comiendo pochoclos;
el día que te quedaste en mi casa y me hiciste reír con tus ocurrencias y tu frenético ir y venir desde la compu  al televisor para sufrir con un partido de Central;
esa noche que te puse el pijama y te leí un cuento antes de dormir;
esa mañana en Tortuguitas que te vi jugar al fútbol en el parque con tu papá, con su hermano y con el mío, nosotros y nuestros hijos, y otra vez esa alegría de compartir la vida y nuestra historia a lo largo del tiempo y que hoy sea como ayer y como siempre.
Sé que no puedo pedirte que no crezcas tan rápido, pero dame tiempo a verte niño todavía. Nos falta escribir un cuento juntos, inventar alguna historia y ponerla en palabras, y jugar un rato de paso. También quiero verte en la cancha jugando a la pelota, que me enseñes a bailar, y que me sigas contando cómo es que se ve el mundo con esos ojos de niño y esa mirada profunda.
Muchas veces descubro a tu papá en los rasgos de tu cara y es como si regresara el niño que él era. Lo veo sentadito en la vieja escalera de madera de la casa de nuestra abuela, cantando alguno de esos tangos que el abuelo Tata le enseñaba, y siento más ternura todavía, pero eso lo vas a entender dentro de mucho tiempo. El cariño no se explica y no necesita razones, se siente o no se siente, y yo a vos te quiero mucho. Hoy tenía ganas de decírtelo.
Pronto voy a ir a visitarte para darte un abrazo, y para hacer todas esas cosas que nos faltan.
Feliz cumpleaños querido Julián, con todo mi cariño.
                                                                                 TÍA PATTY