domingo, 6 de mayo de 2012

MARÍA DE LOS ÁNGELES



Tenía cuatro años y me dijo que no iba a invitar a una de sus compañeritas del jardín a su cumpleaños porque estaban peleadas. Yo le sugerí que dejara de lado sus enojos y que la invitara, porque su amiga se iba a poner muy triste si no lo hacía. Se paró frente a mí con los brazos en la cintura y me miró fijamente con sus ojos oscuros. Con mucha autoridad me dijo: Ella se quiso pelear, ¿para qué voy a invitarla? ¿Sólo para que piensen que soy como vos, Patty la buena? Yo no quiero, no quiero ser María la buena.
Recuerdo que mi primera reacción fue un una mezcla de pudor y perplejidad, como si de pronto hubiera sentido el alma desnuda. Dios, está poseída, pensé; ¿cómo puede darse cuenta de esas cosas a los cuatro años? Por primera vez me quedé sin palabras y sólo atiné a sostener su mirada en silencio. Fue en ese mismo momento que lo supe.
Este lunes, veinte años después, y como no podía ser de otra manera, esa niña se recibe de psicóloga. Me conmueve y me llena de orgullo su voluntad y dedicación pero más que nada su pasión por esta carrera que ella eligió, aunque sospecho que por esta vez, la carrera la eligió a ella.
Felicitaciones hija.


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